14 oct 2007

Estan que se salen... en valores.

Suelo bromear diciendo que como Argentina gane el mundial, nos vamos a tener que ir de España porque no habrá quien les aguante. Y aunque me saca de quicio su incapacidad para no protestar y presionar al árbitro... Argentina esta cerrando un gran mundia en cuanto a concentración, defensa y organización en el campo. Pero también hay algo que más allá de los resultados hace grande al equipo.

Pichot es todo un ejemplo de persona responsable con su entorno y con los valores del deporte que practica. En el diario As podemos encontrar un pequeño reportaje de su vida como rugbier.

Otro ejemplo de "humanidad" es el posiblemente IRB Player 2007 Felipe Contepomi. Padrino del AEDIN (Asociación en Defensa del Infante Neurológico) ha donado sus botas del partido contra Irlanda para una subasta en beneficio de la ONG.


Pichot es genuino. Al morir su padre, en 1999, en pleno Mundial de Gales, con Argentina en cuartos de final, Agustín sintió "un vacío". Como terapia escribió un ensayo de 150 páginas sobre la muerte y la vanidad de la existencia, cuajado de referencias a Freud y Sartre. Lo tituló 'La mediocridad del éxito'. De familia burguesa, le dijo a su padre que quería jugar al rugby y éste le respondió: "Estudia, del resto me encargó yo". Con 23 años, al irse a Richmond, Inglaterra, le prometió concluir sus estudios de Economía.

Fue repudiado por su federación por irse al rugby profesional inglés, pero no dudó en cruzar el Atlántico para jugar con los Pumas por 20 libras al día. De Richmond pasó a Bristol, donde fue el primer argentino en capitanear a un equipo inglés. El día antes de jugar ante los All Blacks, en 2001, su familia recibió una llamada: "Saquen el dinero del banco". Pichot se centró en el partido y perdió todo en El Corralito, pero "jugué uno de los mejores partidos de mi carrera".

Amante fiel.

En 2003 emigra a París, "mi amante fiel", a enrolarse en el Stade Français de Max Guazzini, donde sale campeón de Francia y de Europa en 2004. Ascendió al status de estrella y sex symbol y lanzó su propia línea de moda: AG9 de Nike. Pero Pichot es camarada antes que estrella. Durante una negociación, una marca de automóviles le ofreció un coche bajo mesa para cerrar el acuerdo de esponsorización. Pichot les retó: "Si le dan un auto a cada pibe, lo cerramos ya". Hace dos meses Martín Gaitán sufrió un infarto y Agustín pasó tres noches al pie de su cama. Su relación con Guazzini acabó en divorcio por el vedettismo de éste. Para Pichot "el rugby es socialismo. O ayudas al compañero o el equipo jamás gana". Consecuentemente se fue al Racing Metro, eterno rival que malvive en Segunda. "Allá la gente sabe cuánto vale el pan. Y seguiré en el barrio (Quai Louis Bleriot), en mi café, con mi quiosquero". Este fan de Churchill, Napoleón y De Gaulle lee a García Márquez y a los filósofos griegos, juega al ajedrez, toma mate con Maradona y despacha en la Casa Rosada con la Kirchner, que quiere enrolarle en su proyecto político. Es Pichot, un medio melé que no esconde que "al jugar tengo miedo. A nadie le gusta que le peguen". Un tipo genuino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Verlo llorar a Agustín Pichot junto a Juan Hernández es conmovedor. Ver a Mario Ledesma abrazarse con el Chalo Longo después de tantas batallas juntos, me pone la piel de gallina. Los hermanos Contepomi y Fernández Lobbe, más unidos que nunca, ahora en la derrota, son la demostración más cabal del espíritu de combate que tiene este equipo.

Pichot es de los que encabezó este camino exitoso junto a tantos otros. Mientras que Hernández, pese a todo lo que recorrió, tiene un camino por delante que sólo él sabe cuando llegará a su límite.

Los Ledesma, los Longo, los Fernández Lobbe, los Contepomi, los Corleto, los Roncero, los Scelzo, los Albacete, los Ostiglia, los Agulla, los Borges? cada uno representa a los que están en el banco de suplentes, a los que no concentran pero están entre los 30. A los que juegan al rugby, o a los que se empezaron a interesar ahora. En definitiva, nos representan a todos los argentinos. Porque ellos son el sinónimo de la lucha ante la adversidad y el premio a no bajar nunca los brazos y perseverar para triunfar. Porque a los largo de estos años que ha durado este ciclo de la generación dorada Puma, han sido muchas las piedras en el camino que tuvieron que superar y que, juntos, trabajando en equipo, no tuvieron inconvenientes en flanquearlas.